jueves, 31 de mayo de 2012

El Púber P y Cristian Molina son dos pedazos de forro

Como si fuera poco. Nenito. Entro a MI espacio y me colgaste un poema. Uno sabe. Que vos, poca culpa tenés. La cosa es con el otro. El que dice ser mi agente, mi editor, mi representante. Hijo de puta. Trolo de mierda. Eso es. Porque. Se hace el buenito. Y me manipula como muñeco. Su muñeco. Y a vos te va a hacer lo mismo. Ni bien pueda. Es que no te das cuenta todavía. Pero alguna vez entenderás -te falta poco para entenderlo. Les cedo el espacio a los dos. Son tal para cual. Saquen mi nombre de todas partes. Mi nombre que hoy ya vale por sí mismo. Y fue tan fácil. Mirá si sentado en una computadora. Conseguí notas bastante elogiosas en los diarios. Mirá si no voy a poder solito sin el impostor. El Niño C vale por sí mismo. Repetimos.Y era tu  súper firma que disponías a la venta en la góndola de la literatura, nabo: ahora te quedaste sin nada. Por lo tanto, como las masitas Bagley no necesitan de sus obreritos, ni de sus gerentes ni de nada, que son puros reemplazos. El Niño C tampoco requiere ya de vos simulacro de editor que te hacés el buenito. Y que le cuelga en el Blog -en su propio Blog- un poema del otro. Que me dice que no existo. Bueno, ahora no voy a existir en serio. Quedáte con el otro. El nuevito. Porque acá lo que importa es ponerle título de nuevo o de jovencito a cualquiera. Eso es re vendible. Posta. Así que hagan lo que quieran. Pero conmigo no cuenten. El Niño C puede solo. Sin agentes. Sin editores. Sin metepúas. Vos escribirás tu literatura elitista (en la que no caben "los villeros"): y ahí no comulgo: yo amo las Bestias, los villeros, la lacra. Vos tendrás tus pruritos arios. Te los regalo, forro. Y chupáme esta. Total, ya te debe gustar para que te haya tomado en su "elite" de estrellitas el pedazo de puto -el putón patrio. Y vos, simulacro, sí, vos, pedazo de mierda, te vas a arrepentir de haber jodido así a tu súper firma. Nadie te va a reconocer. Vas a ser nada en el mundo donde se necesita serlo todo mediante una marca. Y sí, yo era la tuya, pelotudo. Bueno, ahora te jodiste. No cuentes conmigo. Y sacáme el nombre del blog, marica.

EL NIÑO C

miércoles, 30 de mayo de 2012

La revolución de la felicidad en el programa de Guido Kaczka

De El Púber P
(El Niño C no existe)

En el programa de Guido Kaczka
el gordito se ganaba un plasma
otros dirán que esto es frívolo
y que reproduce la estructura de dominación
y qué sabemos cuánto más
pero el gordito era feliz
y nosotros  mirábamos que había papel picado
y luces que dibujaban aureolas en el aire
una música buenísima
y unos chongos impresionantes
-ningún villero
todos arios arios y lampiños
niños pequeñitos amariconados con sus ojos verdes
que arrastraban el deseo en fantasías perversísimas-
por lo tanto
el gordito y Guido y nosotros
-les juro-
éramos felices
y tan babeantes quedamos
porque además
como si fuera poco el premio
el programa le había cambiado al pibe
posta
la forma de mirar las cosas.

martes, 29 de mayo de 2012

Prólogo y primera entrega de Machos de campo en Letra Cosmos

El púber P
presenta

MACHOS DE CAMPO
            



Prólogo
Quisiera creer que aún hoy los folletines y las entregas son posibles. Aunque no. Pero de todos modos, la literatura es eso donde todo debe hacerse posible, siempre. Incluso insistir con el pasado. Porque el anacronismo debe someterse a prueba, a interrogación, en el presente, para ver si es posible su futuro. Y acá vamos. Machos de campo permanecía inédito. Ya no. La valentía fue de Letra Cosmos que se atrevió a acercarlo –y/o alejarlo– del lector: de  a uno por día o por semana. Da lo mismo. Pero como antes. Cero novedad. Cero juventud. Porque estamos hartos de estas palabritas.  Uno nunca sabe o, mejor, siempre sospecha los reparos, los prejuicios, los valores que se vierten sobre los temas y las formas. El desafío es desafiarlos. O pervertirlos. O intentarlo, más allá de lo que pase. Porque el arte debe ser hecho por todos; lo que equivale a decir por cualquiera y con cualquiera. Por eso, el Púber P se anima a su cualquierización. Incluso al ridículo. Que digan lo que quieran. Están invitados a eso.


La primera entrega haciendo click aquí.

domingo, 20 de mayo de 2012

Festejemos

A Mercedes Gomez de la Cruz
-nuestra Sor Juana del presente-

No quiero pálidas esta noche
solo dame fernet con coca
y un poco bastante de comida
no importan los excesos
mucha mucha fiesta
hasta perderme del pedo
y olvidarlo todo
el epiplón cancérigeno
el mes y medio de vida
tu vejiga tomada
esto entre las piernas
todo
no me interesa tampoco
que hablemos del niño por venir
que nada diga nada
solo dame fernet con coca
que quiero olvidarlo
olvidarte en lo posible
que solo haya música
y baile y descontrol
que si están los caretas
o los gringos con plata
o las señoras degaretos
les escupamos las caras
y nos digan que somos los negritos borrachos de siempre
y después larguen chismes por el pueblo este de mierda
que nos sentemos en Carola quiero
el único bar de esta ciudad
pueblo-ciudad

el único
y nos descontrolemos burlándonos de todos
gritando cosas horribles que las morales estas puritanas con alajas no soporten
incluso esos chongos ahí
que se hacen los machos mientras desean el falo de los amigos
esos pelotudos
que hacen de sus biblias la gran biblia de la buena conducta

en este interior alejado de la gran cabeza del mundo

acá
nos hagamos los raritos
aunque sea una noche
solo dame fernet con coca
y vas a ver

eso
fernet con coca
y vas a ver cómo
por un ratito
al costado de la ruta

cambio el mundo.

Acontecimiento

Fue así
como si al abrir los ojos
todos hubieran muerto
y sus historias
      tus historias
con ellos también

No había ni sol
ni luna
ni llovizna
solo cadáveres
que eran también partes tuyas
apilados ahí
en vos

Y tampoco era un sueño
ni siquiera una imagen
ni siquiera la realidad
era. 

lunes, 14 de mayo de 2012

El simulacro de editor

A Mariana, Irina, Javi y Rafael
Leo la nota de Osvaldo Aguirre del primer domingo de mayo. Al parecer, habría, según sus  palabras, una tendencia rosarina a premiar y editar obras que no sean "tan experimentales", debido a un miedo a la ilegibilidad, al riesgo que supondría para el emprendimiento editorial hallar lectores (en pocas palabras: vender). Aguirre sostenía que, por eso mismo, generalmente los primeros premios del Concurso Municipal no son los mejores, si no los segundos u otros. Al mismo tiempo, escucho la nota que REP le hace a Spregelburd en "El holograma y la anchoa". Spregelburd es categórico: "sin experimentación no hay arte". Una coincidencia extraña comienza a configurarse de golpe. 
A principios de año, cierto editor planteó que no publicaría Machos de campo por el carácter demasiado experimental de un último cuento que, de alguna manera, tensionaba la forma y le daba un giro novelístico a todo el libro, como en Los desterrados de Horacio Quiroga. Pero que, además, esa especie de chat en bruto que se desplegaba allí, era como muy muy "experimental". Ok, tenés razón. ¿Qué más podía decirle? Agregué, eso sí, que con los criterios editoriales no me meto. Si no querés publicarlo por experimental, no lo hagas; pero me parece un exceso y no entiendo bien a qué te referís con esa categoría. Sin embargo, estos días -a esto no se lo conté al Niño C todavía y lo hago ahora usándole el espacio del blog- reparé en que sí tenía ganas de meterme. Y aquí estamos. 
En Zonas ciegas, Graciela Montaldo habla de experimentos culturales en el sentido de ejecuciones o de dispositivos que provocan efectos más allá del campo en el que fueron pensados. Tal vez, pensé, un libro con una temática gay (y por tanto urbana) en un ambiente rural, en el campo, llevando al extremo una tematización que ya comienza a configurarse en Moreira (tanto de Gutiérrez como de Aira) y que está barrosamente expuesta en Alambres, de Perlongher, hayan, de alguna manera, afectado la sensibilidad del editor y, sumado, es cierto, a esa especie de puesta en tela de juicio de los géneros, paradojalmente tan quirogueana, lo hayan ahuyentado. ¿Cómo presentar y hacerle digerible a un lector rosarino esas dos coordenadas? Pienso que fue eso lo que se le cruzó por la cabeza. Digamos, la imposibilidad de asumir un riesgo en la edición. Sobre todo por lo que esgrimió como argumento: -Me parece que tiene un alto valor literario el libro; PERO... (Sería bueno releer Dejen todo en mis manos de Levrero al respecto). 
Más allá de que todavía no alcanzo a comprender su idea de experimental, sí me parece que una cierta insistencia en entrevistas y notas que el editor pregona, la de editar autores "reconocidos", viene a reponer bastante el estado de la cuestión. Digamos: cero riesgo, por tanto, cero experimentación, por tanto, cero intervención en el mercado editorial, por tanto, reproducción, por tanto, catálogo vendible, por tanto, chapeo. En fin, ese perfil, el del editor anti-experimental que se configuró de golpe, hizo aún más nítida la característica de su contrario. Por ejemplo, la de ese Achaval Solo que Aira construye en La nueva vida; es decir, un editor auténtico -no un simulacro de editor- que asume el riesgo de publicar a un autor nuevo, desconocido, a pesar de que tenga que luchar con el paso del tiempo y con la historia del mercado editorial misma, de los cuales, sin embargo,  sale indemne persistiendo en su idea por creer en la potencialidad del texto del autor y de su valor literario - a pesar de/con sus imposibilidades materiales para ejecutar dicha tarea. En cambio, el simulacro de editor no puede más que escudarse en reproducir un catálogo de estrellitas reconocidas y moverse, así, esgrimiendo con orgullo y con el pecho insuflado el placer de haber editado a tal; pero nunca a su obra, nunca a su texto, si no a la firma que puede mercadear simbólica y económicamente en su espacio  de interacción. Al contrario de lo que supone el arte para Baudelaire; es decir, un camino hacia lo desconocido, él asume su rol de simulacro y se condena a la publicación  de lo cristalizado por una legibilidad pacata y, por lo tanto, del no arte. 

viernes, 11 de mayo de 2012

Tratamiento para el dolor

Abuelito nunca quiso ir al médico porque según él, nunca le curaba nada. Al contrario, decía, con insistencia, que el médico no podía hacer nada nunca, que se curaba solo. El día que tuvo que ir al médico, este ya no pudo hacer nada.  Las úlceras le recorren el tracto digestivo, el carcinoma está en un estado avanzado. No hay nada que hacer. Entonces, si abuelito pudo confirmar la primera parte del pronóstico, tal vez la segunda, nunca la confirme. En fin, cosas que anoto ahora, para tratar de hacer más visible eso que acaba de suceder. Un avatar más de nuestros cánceres. Uno más. Nunca el definitivo y siempre reconfirmando el pronóstico de abuelito. Nunca hay algo por hacer. Cuando el cáncer es, es y punto. Ahora todo se reduce a un buen tratamiento para el dolor. ¿Y del nuestro, quién se ocupará? Nadie. Para eso, el médico no tiene nada que hacer. Tampoco.

sábado, 5 de mayo de 2012

No cuenten conmigo para las líneas rectas (perfectas y sublimes).

 Para Irina Garbatzky,
cuyas charlas hicieron precisar aún más el camino.

Ciertamente. Una vez, una jurado [y periodista] de concurso literario, le dijo al Niño C que sus cuentos temblaban, que perdían en un momento el punto de vista del personaje, como si ahí se hiciera evidente una pérdida de su voz o su artificialidad extrema,  y que su operación literaria se sostenía en el columpio de una telaraña a punto de cortarse. Por eso, sus cuentos eran horribles, "técnicamente deficientes". Claro. Nos decíamos. Me decía el Niño C. Lo que denotaba esa valoración banal de la jueza (o mejor dicho, de la policía literaria que va en busca de la tecniquería con toda su superstición, a diferencia de una lectura abierta a la literatura en tanto espacio de posibilidades como la de Irina Garbatzky) era un profundo olvido de todos los acontecimientos literarios que habían mutado las formas de narrar en la tadición literaria argentina, por lo menos, desde los '70 (y un poquito antes también). Olvidaba las desarticulaciones del punto de vista que Osvaldo Lamborghini, Luis Gusmán y el propio César Aira habían promovido desde entonces. El primero, mediante una estética del choque que nos sumergía adentro-afuera de las voces narrativas, bajo la impresión de una "cosa gorda redonda" que salía y se metía en las voces de los personajes, intercalándolas con los puntos de vista de uno o varios narradores que parecían actuar, por ejemplo en el Fiord, bajo la mirada y la voz de un voyeurista sádico (¿el autor, el lector? ¿quién sabe? ¿e importa?). El segundo en esa proliferación de cadenas orales que reproducen un jadeo en la sintaxis, haciéndonos participar de la dualidad de un mundo repartido en las cuentas de vidrio de un frasquito destrozado. Y el tercero, dando saltos en la narración desde Moreira mismo, pero sobre todo en Emma, la cautiva, siguiendo y desestabilizando las construcciones de voces narrativas que Manuel Puig había consolidado como empalmes cinematográficos poco antes y recordándonos (algo que la jueza olvidaba) que el verdadero arte es un error en proceso pleno, que abdica de sus resultados, porque solo allí una experiencia auténtica es posible. Todos ellos, tensando la verosimilitud de sus cuentos precisamente a partir de una voz que no ocultaba el artificio, que se mostraba como tal, y que, por lo tanto, solo arriesgando la posibilidad de la creencia en su propia verosimilitud, especulaban una de las formas de la verdad en el arte (desplazando la verosimilitud identificatoria del populismo literario que se había consolidado desde Martín Fierro bajo el uso disfrazado de una voz). La auténtica forma de la verdad en el arte es su riesgo, su tensión, su puesta en tela de juicio de cualquier tecniquería. Y más acá, acontecieron esas otras dos Bestias narrativas que continuaron y desarticularon el camino, Benesdra y Cucurto, que desestabilizaron las divisiones tajantes entre autor-personaje-narrador, a través de la presencia fantasmática de una especie de Bestia narrativa que se presentifica siempre en la/s voz/ces del/los relato/s eclipsando la posibilidad de localización de un espacio lleno del sentido, cortando la simplificación banal de la mera autobiografía o de la ficción extrema. Por eso, no cuenten conmigo para volver a la línea recta de otra tradición más clásica. Porque el Niño C no escribe en la temporalidad tradicional del corte vanguardista. El Niño C se hace cargo del pasado para filtrarlo en el presente y hacerle vaticinar un futuro a través de su tránsito. Y de esa manera cree desesperadamente eso que Daniel Galera, en la novela Cordilheira manifiesta/descubre a través de los personajes: que la vida tiene que contaminarse de más literatura, que la única manera de hacer soportable el mundo es literaturizándolo, que uno tiene que empezar a vivir como los personajes de la literatura. Por eso, Wachiturro es mi hijo no convencional; por eso, además, no se puede mantener una posición rígida en la narración ya, porque se hace insostenible la división entre el arte y la vida y en esto sí, es un heredero de las vanguardias históricas.