domingo, 12 de febrero de 2012

Gato caza-palomas

Anoche en el tejado escuchábamos sus garras

y después

gritó como una Furia bajo la luna oscurecida

Hoy

mientras la vereda y las hojas caían

sentimos –oigan– un gran aleteo apagado en palmas sobre el polvo del pavimento

porque allá

del otro lado de las rejas

el Gato Caza-Palomas a los giros en el aire

como un tigre bonsái con ganas

mordía una torcaza con las alas paralizadas

-en puntas tiesas celestes al celeste-

y con soberbia alardeaba

frente a un grupete de pequeños gatitos domésticos que lo cortejaban

como un Aquiles con su botín de la victoria

y acá

el pánico

que nos cerraba puertas y ventanas

de noche

atraviesa mis ojotas en el tejido mosquitero roto

porque mi hijo-paloma duerme y puede ser mordido

y puede terminar desplumado

o peor

ser el botín de prestigio del monstruoso Aquiles

pero no

no será así

a pesar de que ahora

mientras él pide comida

afuera se sienten los ronroneos

allá del lado de la ventana los cipayos obsecuentes le marcan

la próxima delicia

y él

tirado –estirado– en el césped de la vereda

se lame las garras como una esfinge de oro

pero no

no podrás

oh, Gato Caza-Palomas

nunca

con nuestro hijo-paloma

lo domesticaremos para la batalla con tu raza soberbia

como el maestro de Karate-Kid

como Panglos con Cándido

como Panurgo seremos

y no podrás

a pesar de tu burla

tu exhibición enfrente de nuestras narices

no

ganar esta guerra

él será su victoria

y a pesar de que hasta tal vez un día

-el riesgo de la paternidad es inevitable

-como hoy mismo

mientras desafió volando fuera de la caja-nido

trepando por mi brazo asustado-

termine con sus maestros devorándonos a picotazos

como en el sueño en el que se agigantaba

y trepaba a la cama

y de golpe se tiraba sobre todos y se tragaba con su insaciabilidad

el mundo.