miércoles, 18 de agosto de 2010

Nosotros fuimos unos chicos débiles. Sobre la Revista Educación Cero

Educación Cero es una revista anual de alumnos de secundario de la ciudad de Leones, cuyo origen estuvo asociado a cuarto año humanidades, promoción 1999.

Los recuerdos son una reconstrucción. Por lo tanto, intentaré o, al menos, pretenderé re-armar algunos sentidos y escenas asociadas a ese nombre, lo que no implica, en modo alguno, acercarme a la realidad o a la verdad de lo acontecido, sino todo lo contrario: usar esas escenas y sentidos para hacer algo con ellos. Volver a construirlos.
En principio, la revista Educación Cero había surgido como propuesta de trabajo final de cuarto año, ya que se pensaba que la formación de comunicación social debía pasar por una etapa gráfica en cuarto, radial en quinto y televisiva en sexto. Creo que el proyecto surgió de Julio; pero también me acuerdo de que por esos años formulaban los contenidos en trabajo interdisciplinario con lengua, metodología de la investigación y trabajo social, por lo cual es posible que haya surgido de ese trabajo en cooperación. Y esto era así al punto de que algunos de los artículos fueron consecuencia de un trabajo en algunas de esas materias -si no recuerdo mal, lo cual, en definitiva, es una forma de recordar bien, un grupo trabajamos sobre el tema de los jóvenes y el alcohol en "Trabajo social" con Carina. Respecto del nombre, se habían propuesto varios y se votó en el pizarrón ése. Tiendo a atribuir el mismo a Mariana Valinotti, a Carla Pandolfi y a Julio. Alguno de ellos, me parece, lo había propuesto. En principio, ganó ese nombre porque condensaba sentidos opuestos entre sí. Por un lado, educación cero implicaba un lugar de inicio, de arranque, que era lo que definía a nuestra generación: éramos los primeros que pasaron de primero a tercer año y estaban también los primeros que pasaron con nosotros de sexto a primero y de séptimo a segundo, éramos los primeros que cursaban el polimodal y, por lo tanto, los primeros con los que se experimentaba la nueva ley de educación menemista en todas sus etapas.
Ahora bien, decía que, de alguna manera, esa dirección de sentido que se le dio institucionalmente al nombre de la revista desde la portada, en la cual se reproducía la evolución humana, indicando o remarcando la idea de inicio de una transformación, escondía en el fondo lo que muchos analistas de la cultura denominan las tretas del débil. Generalmente esta categoría se emplea para los escritores o intelectuales latinoamericanos que, tras el maquillaje del disurso del poder, en realidad, están atacándolo a través de un uso de diferentes estrategias.
Porque para nosotros, los débiles conejitos de indias, como nos llamábamos, el cambio era entendido como un gran experimento al que criticábamos mucho, sobre todo porque había problemas en la implementación y en los contenidos. Dos recuerdos asociados a esto para que se comprenda. El primero es que dimos tres años seguidos -desde tercero a quinto- los mismos contenidos de historia: la revolución industrial (creo que salimos especialistas en el tema) y descuidamos los contenidos de la historia argentina y de las demás revoluciones. Es llamativo, a la distancia, pienso ahora, que en plena década menemista, desde los contenidos curriculares, que llegaban desde la Nación y desde la Provincia, se centrara tanto la atención en una revolución económica y se haya minimizado o directamente descartado la importancia de las revoluciones políticas como la Francesa o la de Mayo. Digo, es llamativo porque en la época del imperio de la economía se priorizó el estudio sólo de una revolución económico-tecnológica, como si hubiera un entramado perfecto entre el proyecto educativo y el de país y político. Nosotros estábamos re podridos de ver siempre lo mismo y entendíamos que así la educación que recibíamos era cero.
El segundo recuerdo es que durante esos años tuvimos que evaluar el proyecto polimodal y las críticas ácidas que vertimos sobre algunos aspectos, nos hicieron entrar en graves conflictos con las autoridades que nos increperaron sumamente enojados. Por lo tanto, quiero decir con esto que el nombre "educación cero" en una especie de jerga secreta que manejábamos, indicaba todo lo contrario de la idea que desde la portada e institucionalmente se puso finalmente en juego. Educación cero era para nosotros -y esta es una imagen casi textual de nuestras conversaciones también- una forma de abrirnos paso a machetazos entre los matorrales y en una dirección que no sabíamos bien cuál era; mejor dicho, como si desde el punto cero de la educación no fuéramos más que al cero dentro de una jungla cuyos matorrales se volvían, a veces, imposibles de cortar.
Con lo cual, detrás del nombre, aparentemente institucionalizado y positivo de la revista, a través de las tretas de los débiles conejitos con machetes entre la maleza de lo institucional, esgrimimos e impusimos una idea crítica de la política educativa camuflada en la ambigüedad del nombre. Nuestra generación sufrió y fue consciente de que los cambios de la reforma educativa no eran buenos. El nombre de esa revista; mejor dicho, la historia de ese nombre da cuenta de un estado de la educación en plena época menemista a partir del cual intentamos, desde nuestras imposibilidades, dejar siquiera un signo de lo que estaba ocurriendo. De modo que nosotros, adolescentes en aquel entonces, y algunos docentes como Julio o María Isabel, o Marta Costa, o Ana Nardi, entre muchos que no puedo nombrar, tratamos siquiera de generar un punto de incertidumbre. Al respecto, no es un dato menor que también fue nuestro curso el que organizó en Leones la manifestación en contra de las privatizaciones de las universidades que se había propuesto como proyecto para recortar el gasto público, condenando a quienes no podíamos pagar una cuota en una privada a dejarnos sin el derecho a la educación universitaria. Nuestro curso se movilizó por la ciudad y movilizó a otros cursos, incluso de la IPEM: hasta intentamos cortar la ruta -de lo que fuimos disuadidos por la policía- en protesta contra el proyecto que veíamos ya como la culminación de vaciado de la educación que -aunque con problemas serios que advertíamos- era lo único que teníamos y de una gran calidad, fuera de alguna excepciones como las que narré. Educación cero es, en la distancia, parte de esa historia pequeña anudada a los avatares de la Historia. Y fuimos protagonistas.

Saludos a todos/as.
El Niño C.

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